Necesidad primaria
Desde hace más de seis años he escrito mis paredes. Tal vez en un impulso infantil retardadísimo. Mi hermana pintaba las paredes del baño (y la cara de mis muñecas) con crayolas, yo jamás lo hice.
Pero hace seis meses que vivo en una inmaculada caja de yeso (un poco salvada por un regalo de navidad rojo que ahora cuelga en una pared).
En un principio pensé que quería una explosión de color, pero no pude sucumbir. El blanco es demasiado fuerte, casi tan magnético como el de los escarabajos que acaban de descubrir.
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